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LA LEY Y EL EVANGELIO

Creemos que las Escrituras enseñan que la ley de Dios es la norma eterna e invariable de su gobierno moral (Romanos 3:31 y 3.20), que es santa, justa y buena (Romanos 7:7 y 12), que la única causa de la incapacidad para cumplir los preceptos de ella, atribuidas por las Escrituras al hombre caído, es la naturaleza pecaminosa de éste (Romanos 8:7 y 8): libertarnos de la cual, y restituirnos mediante intercesor a la obediencia de la santa ley, es unos de los principales objetos propuestos en el Evangelio, y también de los medios de gracia relacionados con el establecimiento de la iglesia (Romanos 8:2 al 4).

 

“La misma ley que primeramente fue escrita en el corazón del hombre continuó siendo una regla perfecta de justicia después de la caída;(1) y fue dada por Dios en el monte Sinaí, (2) en diez mandamientos, y escrita en dos tablas; lo cuatro primeros mandamiento contienen nuestros deberes para con Dios, y los otros seis, nuestros deberes para con los hombres.(3)

  1. para el Cuarto Mandamiento, Gn. 2:3; Ex. 16; Gn. 7:4; 8:10,12; para el Quinto Mandamiento, Gn. 37:10; para el Sexto Mandamiento, Gn. 4:3-15; para el Séptimo Mandamiento, Gn. 12:17; para el Octavo Mandamiento, Gn. 31:30; 44:8; para el Noveno Mandamiento, Gn, 27:12; para el Décimo Mandamiento, Gn. 6:2; 13:10,11

  2. Ro. 2:12ª, 14,15

  3. Ex. 32: 15,16; 34:4,28; Dt. 10:4

 

Además de esta ley, comúnmente llamada ley moral, agradó a Dios dar al pueblo de Israel leyes ceremoniales que contenían varias ordenanzas típicas; en parte de adoración, prefigurando a Cristo, sus virtudes, acciones, sufrimientos y beneficios;(1) y en parte proponiendo diversas instrucciones sobre los deberes morales.(2) Todas aquellas leyes ceremoniales, habiendo sido prescritas solamente hasta el tiempo de reformar las cosas, han sido abrogadas y quitadas por Jesucristo, el verdadero Mesías y único legislador, quien fue investido con poder por parte del Padre para ese fin.(3)

  1. He. 10:1; Col. 2:16,17

  2. 1co. 5:7; 2Co. 6:17, Jud. 23

  3. Col. 2:14,16,17; Ef. 2:14-16

 

La ley moral obliga para siempre a todos, tanto a los justificados como a los demás, a que se la obedezca;(1) y esto no sólo en consideración a su contenido sino también con respecto a la autoridad de Dios, el Creador, quien la dio.(2) tampoco Cristo, en el evangelio, en ninguna manera cancela esta obligación sino que la refuerza considerablemente.(3

  1. Mt. 19:16-22; Ro. 2:14,15; 3:19,20; 6:14; 7:6; 8:3; 1Ti. 1:8-11; Ro.13:8-10; 1Co. 7:19 con Gá. 5:6; 6:15; Ef. 4:25-6:4; Stg. 2:11,12

  2. Stg. 2:10,11

  3. Mt. 5:17-19; Ro. 3:31; 1Co. 9:21; Stg. 2:8

 

Los usos de la ley ya mencionados tampoco son contrarios a la gracia del evangelio, sino que concuerdan armoniosamente con él; pues el Espíritu de Cristo subyuga y capacita la voluntad del hombre para que haga libre y alegremente lo que requiere la voluntad de Dios, revelada en la ley".(1)

1 .Gá 3:21; Jer. 31:33; Ez. 36:27; Ro. 8:4; Tit. 2:14.

Confesión Bautista de Fe. Págs. 66, 67, 68. Editorial Peregrino, 1997.

 

“El Evangelio abolió las ordenanzas de la ley ceremonial, los tipos y las figuras que necesariamente tenían que finalizar con la aparición del gran antitípo que anunciaban (Cristo). Pero está claro que no abolió ninguna de las prescripciones de la ley moral”.

Charles Grandison Finney: Evangelista, promotor de reavivamiento.

 

“Hay que distinguir. La ley de los ritos había terminado; Jesucristo al haber rasgado el velo, Jesucristo al haber derribado el muro de separación que la dispensación mosaica erigía entre el pueblo judío y el resto de la humanidad, todo ese conjunto de ceremonias y observancias, que no eran más que una vasta y permanente profecía, se iban a disipar como la niebla antes lo rayos del sol de la mañana... No podía suceder lo mismo con la ley moral, inmutable, por naturaleza, universal, eterna....”.

Alexandre Vinet Teólogo Evangélico.

 






   

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